Articulo de Igor Kudrin
Dentro de 10 días en Madrid se inaugurará la cumbre Unión Europea - América Latina. El observador Igor Kudrin reflexiona sobre los impedimentos que se interponen en el camino de este importante encuentro de líderes de países de los dos continentes.
De "histórica" calificó con antelación el titular de Exteriores de España Miguel Ángel Moratinos la futura cumbre. Podemos comprenderlo. Debe ser una de los encuentros internacionales más importantes que entrará en el "haber" de actividades de su país que preside hoy en la Unión Europea. Hace tiempo que se habla de las perspectivas del afianzamiento de la cooperación y del ensanchamiento de los vínculos multifacéticos entre la Unión Europea y América Latina, pero en la práctica muchos proyectos quedan en el papel. No ayuda siquiera la actividad de Madrid para el que no existen prácticamente barreras económicas. Financieras y comerciales con los latinoamericanos en forma de acusaciones, inventadas por Washington, de violación de los derechos humanos. Esto lo comprueban las relaciones cada vez más sólidas de España con Venezuela y Cuba.
El gobierno de los socialistas españoles espera que la cumbre de mayo pueda ser un punto de giro en el acercamiento entre los dos continentes. Es cierto que en esto también afloraron complicaciones de cariz político. Esta vez se trata de Honduras, donde en junio del año pasado fue derrocado el presidente legítimo y ahora detenta su lugar, ya precisamente 100 días, Porfirio Lobo. Más de una docena de países lo boicotean, considerando que el cambio de poder en el país pasó con una burda violación de la Constitución. En la reciente cumbre de UNASUR sus presidentes declararon sin ambages que no irán a Madrid, caso de que Lobo se encuentre en los participantes. "Todos queremos ir pero no vamos a claudicar": así expresó el mandatario de Ecuador Rafael Correa la opinión general al presidente del gobierno de España Rodríguez Zapatero. En EEUU esta decisión fue recibida críticamente: dizque, en Honduras se ha restablecido la democracia. Pero tales sugerencias no convencieron a los latinoamericanos. La cumbre de Madrid peligraba: ¿qué sentido tendría reunirse sin gigantes como Brasil y México? Madrid resultó en una situación diplomática delicada. Con todo, la firme posición de la mayoría de las naciones iberoamericanas instó a Lobo a desistir de la participación en la cumbre.
De suerte que ahora Madrid puede estar tranquilo en cuanto a la lista de participantes y a la agenda concordada. Otra cosa es que comiencen a llevarse a la práctica todos los problemas que sean discutidos en la cita, todas las decisiones que se tomen en bien de los pueblos de América Latina.
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